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Las casas torreadas del Altoaragón

Lunes 1ro de octubre de 2012 por Antonio Naval

INTRODUCCIÓN a la publicación aparecida en abril del 2007.

Las casas torreadas son construcciones rurales para habitación en forma de torre o casas que incluyen una torre. No son realizacioens únicas, como, por ejemplo, sucede con los pozos-fiuente del Somontano, ni sus construcciones son las más sobresalientes en la arquitectura de carácter militar, pero constituyen otro de los rasgos, no exclusivos pero sí distintivos, de una parte del Alto Aragón, la de las comarcas situadas entre los Pirineos y las sierras exteriores, es decir, las de Ribagorza, Sobrarbe y la Jacetania-Serrablo. Las casas torreadas responden a necesidades que fueron comunes a otras tierras, y que están resueltas con soluciones constructivas que podemos encontrar en regiones vecinas, por lo que, junto a todas ellas, ayudan a entender la época en que fueron construidas.

Su número está en torno a las cien, lo que suma una cantidad notable. En algunos pueblos altoaragoneses es posible distinguir estas construcciones torreadas, que generalmente forman parte de casonas, siempre antiguas, a las que añaden un toque de distinción y personalidad. Unas veces están aisladas en los montes, otras, sobresaliendo en el perfil de algunos núcleos rurales compitiendo con la torre de la iglesia, y, otras, simplemente absorbidas por el conjunto de casas. Suele haber una por pueblo pero hay localidades en que abundan varias de ellas. Arro, Fiscal, Gerbe, Gistaín, Merlí, Puebla de Fantova... las tiene duplicadas. En algunos lugares, como Benasque y Anciles, son más. En su apariencia actual están yuxtapuestas a las construcciones que las rodean formando generalmente enormes casas. Constituyen residuos de no se sabe bien qué historia, y no siempre queda claro para qué función fueron levantadas, pero en alguna ocasión, como en Gistaín, están unidas a historias familiares tradicionalmente trasmitidas de generación a generación.

Estos edificios son elementos arquitectónicos que, además de dar un caracter peculiar a la localidad donde se encuentan, contribuyen a unificar estas comarcas o zonas de la vertiente sur de los Pirineos. En la medida que así es, invitan a buscarles una razón de ser,y, en tanto en cuanto esto se consigue, dan pistas para entender otros tiempos, otras formas de vivir, unos determinados comportamientos sociales, y, consecuentemente, un aspecto de la historia del Alto Aragón.

No menor es el interés que frecen estas construcciones desde el punto de vista arquitectónico. Fueron levantadas preferentemente en el siglo XVI,y, más concretamente, en la segunda mitad. La segunda mitad de este siglo fue época en que habían cambiado las cosas en España con la unificación del país. Era tiempo de nostalgias para algunos e inseguridades para todos. Nostalgias de esplendores y ostentaciones que no habían estado al alcace de todos, y que, entonces, algunas familias podrían hacer realidad imitando formas constructivas que ya estaban pasadas de moda. Inseguridades que provenían de acontecimientos speciales que se vivieron en la franja fronteriza del Pirineo, y, particularmente, en la Ribagorza. Fueron momentos en que, otras gentes, de peor vivir, encontraron la oportunidad de ganarse la vida a su manera, y esto fue mediante el bandolerismo que aumentó la inseguridad por estas zonas. Por otra parte, no es casual que estas construcciones se encuentren en tierras fronterizas. Siempre había habido incursiones desde el país vecino, y también se dieron en el siglo XVI. Las revueltas religiosas allí vividas motivaron algunos desplazamientos de los perseguidos protestantes franceses, los hugonotes.

En un primer momento de estos nuevos tiempos que eran los del siglo XVI, fueron consruidas unas viviendas para habitación que, por no tener otras rferencias que las torres castillo medievales, acabaron inspirandose en ellos. En una etapa siguiente las familias ricas e infanzonas de estas tierras, con más recursos y nuevas posibilidades enla vida de cada día, como tantas veces en la historia, se encontraban sin modelos y soluciones arquitectónicas que dieran respuesta a nuevas necesidades y otras posibilidades. Entonces fue cuando se hizo una síntesis de diferentes soluciones de habitación, algunas de las cuales se remontaban a los inicios de la civilización. Aspectos de la torre-castillo medieval y la choza-cabaña popular quedaron unificadas en un mismo compacto que era la nueva casa rural. En ella, también fue generalmetne incorporado otro elemento de importación que eran las salas de los grandes palacios de otros paises. Reducidas a referencias, estas salas quedaron simplificadas, o, mejor, reinterpretadas en esta arquitectura al añadir las alcobas, de tradición hispana.Al exterior se añadieron aditamentos procedentes de la arquitectura militar, con utilidad muchas veces más aparente que efectiva.

El resultado es que por los pueblos cercanos al Pirineo sobrevive un conjunto de edificios para habitación que son relevantes en su aspecto, y, por relevantes, testimonio de otra épocas. Era en muchos casos el signo de identificación de señoríos rurales, no jurisdiccionales, y de patrimonios consolidados a partir de diferentes títulos de adquisición. De esta forma, se fue configurando la que sería casa habitación de uso generalizado, que en alto Alto Aragón se fue diversificando hasta formar las variantes en las dos franjas que son la del norte de las sierras exteriores y la de los Somontanos.
Guitar Aparicio, pionero en el estudio de la arquitectura militar de Aragón, por lo que hay que tenerlo presente, dedicó menos atención a estas torres que aparecen como remedos de la arquitectura militar. Ante el atractivo que produce la gran arquitectura de los castillos esta otra le mereció un atractivo secundario, incluso les dio un mérito relativo. Pero estas constucciones son merecedoras de nuestro cuidado y estudio, porque desvelan precedentes de una parte de nuestra historia.

Es por este caracter de símbolo de documento de una época, y por constituir el eslabon de otras formas de vivir, por lo que merece la pena llamar la atención sobre estos caserones de las montañas que se caracterizan por se una torre, o por tener incorporada una torre. Por otra parte, como en tantos componentes del Patrimonio Cultural del Altoaragón, junto a la evocación de grandezas desvaídas, casi siempre ofrecen el desgarrador aspecto de todo abandono y ruina. La problemática inherente a su conservación, una vez más, está vinculada al volumen de estas construcciones y, muchas veces, a la condición de lugar sin futuro de las localidades donde se encuentran. Diseminadas entre otras construcciones sin que hayan merecido la atención de casi nadie, y por haber llegado a nosotros en abundante número, tampoco este conjunto tiene la valoración que merece, cuando se trata de otro de los aspectos del Patrimonio Cultural,y, particularmente, del patrimonio construido, que se está perdiendo.


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